20 de septiembre de 2010

Crítica de: "EL AMERICANO"


Una película diferente, un guión extraño, un escenario atípico y una trama distinta de lo que en principio esperábamos encontrarnos en la última película de George Clooney. Creo que eso es lo que pensarán los espectadores tras ver la película de “EL AMERICANO”.




Se trata de una película de suspense con dos o tres salpicaduras de acción intrigante que se insertan en una trama llena de calma, prolongados silencios y escenas que parecen envolver en un halo de melancolía profunda tanto al protagonista del film como a los espectadores. Tanto la quietud del ambiente como el ritmo de narración extremadamente pausado de la trama, podrán hacer desesperar a los espectadores más ávidos de la acción trepidante que prometería cualquier película con un asesino a sueldo como protagonista. Sin embargo, el montaje del director Corbijn otorga continuas dosis de fluidez a una trama repleta de desintoxicaciones de las escenas del cine habitual.




La elección de los Abruzos italianos como el eje central del paisaje fotográfico y lugar de refugio del protagonista creo que es lo más acertado de un argumento que trata de describirnos sobriamente: la crueldad de una soledad obligada y atormentada por el miedo; la eterna búsqueda de un amor sincero que no tenga en cuenta el pasado; y la extrema necesidad de un perdón tanto espiritual como físico que todo el mundo persigue alguna vez.




Es cierto que la película es algo muy distinto a lo que muchos espectadores tendrán en mente tras fijarse en su cartel. Es cierto que los diálogos dejan demasiado insípido el guión final, que las relaciones principales del protagonista con la prostituta y sobre todo con el sacerdote, dejan mucho en el tintero para poder explotar con cierta sutileza, y que sobran algunas escenas de sexo explícito que no parecen encajar del todo con el guión intimista de la película. Pero es una delicia poder contar con la maestría del omnipresente George Clooney, quién conduce con rigor toda la narración, y llena con su presencia algunos de esos espacios que parecen haberse olvidado –a propósito o no- en el resto de la trama.

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