5 de noviembre de 2010

SIAM PARK "El mejor parque acuático de Europa"


1.- LA ENTRADA Y EL GRAN ELEFANTE BLANCO



Entrada y lago de los leones marinos


Pasaban tan sólo unos minutos de las diez de la mañana, hora insular. Decenas de vehículos se apelotonaban en cada hueco vacío que existía en los andenes aledaños al complejo del parque acuático. Junto a la entrada del Parque, existen al menos un par de calles en las que puede aparcarse el vehículo y ahorrarse el ticket del parking. Cuando nosotros llegamos tuvimos que acudir directamente a la entrada del parking del complejo y abonar los 3€ pertinentes, ya que los alrededores se encontraban ya abarrotados por otros vehículos.


El parking del recinto es exterior, y se encuentra situado a lo largo de la fachada principal del complejo. Sin ser uno de los peores de este tipo de parques, no se diferencia mucho de otros de su estilo, ya que no cabe destacar nada nuevo al respecto.



Entrada Siam Park
 Al ser portadores del Twin Ticket (entrada conjunta LOROPARQUE y SIAMPARK), nos saltamos las filas de las taquillas, atravesando la impresionante construcción de estilo tailandés que sirve también de fachada y recibidor al complejo, para adelantarnos directamente hasta la zona de control de tickets. En este punto, tenían instalado un sistema de detección de huellas dactilares para comprobar que la persona que utiliza una de las entradas conjuntas del Twin Ticket es la misma que accede al otro recinto. En muy poco tiempo habíamos accedido al complejo. Habíamos elegido un día entre semana del mes de septiembre, además estaba nublado, con lo que esperábamos encontrarnos con menos colas de las que nos habían atemorizado en los días de máxima afluencia. Aún así, enseguida nos topamos con las primeras filas, en esta primera ocasión, para que nos hicieran la foto de rigor junto al símbolo del parque: la magnífica escultura del Gran Elefante Blanco, que se encuentra ataviado con elegantísimos ropajes de estilo decorativo tailandés.
 
Gran Elefante Flanco
Mientras seguíamos a toda la marabunta de gente que acababa de entrar como nosotros al Parque, nuestros ojos iban captando las primeras impresiones de un Parque Acuático que, desde el inicio, va dejando en el cuerpo la sensación de que te encuentras en un sitio “diferente”, en un complejo único. Sin duda alguna, el resto del día en Siam Park, acentuaría todavía más esa sensación de haber realizado una visita a un Parque temático de primera clase mundial.
2.- SIAM BEACH
Maqueta de la estructura del Vulcano
Al llegar a la parte más alta de la escalera de piedra nos adentramos en una estructura decorativa que aparentaba ser un enigmático templo de la antigüedad de estilo asiático. No parecía que fuésemos a darnos un chapuzón, más bien era como si estuviéramos conquistando alguna especie de lugar sagrado de tribus secretas.


Una vez dentro de aquella estructura, bajo techo, comprobamos en primera persona el curioso sistema mecánico de arrastre de los flotadores desde la piscina de expulsión de los toboganes hasta la parte superior de la atracción. El sistema “engancha” los flotadores y los va subiendo ladera arriba mediante una cinta transportadora de color negro. En este caso, las entradas de las dos atracciones estrella se sitúan dentro de ese “mágico templo”, lo que permite que la maquinaria y un operario del parque estén surtiendo de flotadores a ambas atracciones continuamente.

Cada socorrista de esa zona tiene sus propias pantallas de imagen donde se puede observar el recorrido interno de la atracción para poder tener controlada en todo momento la seguridad de los usuarios. Y fue a partir de ese momento cuando empezábamos a divagar sobre lo que nos esperaba dentro de unos instantes. Desde la parte de abajo no puedes observar la caída completa de los toboganes, ya que la estructura de todos ellos se encuentra perfectamente camuflada mediante la decoración y la propia naturaleza ambiental, pero cuando te sitúas en la boca del tobogán por primera vez ya todo da igual: cualquier aspecto será sorprendente.



El socorrista nos colocó el flotador cuádruple en el agua, nos juntó con las 2 personas que teníamos delante en la fila y nos explicó la forma de situarse para subirse correctamente. Unos segundos después y un empujito más tarde, empezó la emoción:


Una bajada fulgurante por un oscuro túnel que no dejaba de emanar humillo del vapor de agua interior, unos cuantos gritos en el descenso soltando alientos de adrenalina y un breve giro para encontrarnos en una cavidad interior del tobogán en la que empiezas a flotar en círculos. En esa etapa del recorrido se observan efectos de láser y otras luces con algún sonido, emulando el interior de un volcán. Después, el flotador se dirige hacia un hueco central para volver a tomar velocidad y, como si fuéramos eruptados del volcán, acabar cayendo nuevamente por un tubo cubierto que va girando a oscuras hasta llegar a la piscina de escape.



La experiencia se antojó estratosférica, incomparable al resto de típicos toboganes de un parque acuático. El nivel de intensidad de esta atracción se marca como medio, pero no hay duda de que su sensación es extrema y su diversión insuperable.



Habíamos leído que se pierde mucho tiempo en las filas de las taquillas, por lo que nos dirigimos directamente a la zona de la Playa para dejar nuestras toallas y prepararnos para la primera atracción. Hasta llegar a la Siam Beach fuimos atravesando varias zonas del parque: las construcciones del exótico mercado flotante tailandés, el río lento lleno de flotadores, el completísimo complejo de niños de la ciudad pérdida… todo iba siendo un auténtico espectáculo visual, pero el súmmum de aquél vertiginoso paseo nos lo topamos de repente: dejando atrás el cemento y las pasarelas de madera, se abría ante nosotros una espectacular bahía artificial con un lago de aguas cristalinas, flanqueado por una blanquísima arena blanca que relaja los pies con sólo mirarla.


Playa interior del parque "Siam Beach"

Repartidas por toda la fina arena, se encontraban las hamacas y sombrillas dispuestas para todos los usuarios del parque –sin tener que abonar ningún extra, lo que hace el lugar más que apetecible-, además de dos construcciones de madera que sirven de restaurantes. De un momento a otro parecía que nos habíamos trasladado a uno de esos complejos del Caribe. Todavía boquiabiertos, decidimos dejar las cosas en una de las hamacas y desandar nuestros pasos para empezar la jornada de “descensos acuáticos”.



Restaurante en Siam Beach

3.- JUNGLE SNAKE



Nos acercamos a la zona más al norte del parque –al menos de lo que tienen construido, ya que desde lo alto se puede observar que disponen todavía de muchísimo terreno para expandirse aún más en el futuro-, y tomamos uno de los flotadores dobles que aguardaban apilados en el paseo. Con el flotador en mano subimos una escalinata que en la mitad de su recorrido se divide para iniciar 3 colas de atracciones diferentes: a la izquierda las filas para el Dragon y el Volcano, a la derecha la fila para los toboganes de JUNGLE SNAKE (atracción a la que nos dirigimos en primer lugar porque es la única de esa zona a la que hay que acceder cargando con el flotador -del que ya íbamos provistos-).

Al tratarse de 4 toboganes diferentes –todos ellos con nombre de algún tipo de serpiente-, las filas se dividen nada más llegar a la parte más alta de la escalinata, justo en la zona techada de la estructura de la atracción. Al tener esa división y múltiple capacidad, se avanzaba rapidísimo en la fila y enseguida nos situamos junto al socorrista que nos daría la señal de salida para nuestro primer descenso. Por mi parte, el único interés que despertaban los toboganes verdes serpenteantes era el hecho de lanzarme por ellos en un flotador doble por primera vez en este tipo de tobogán. Normalmente, estos toboganes de curvas suelen ser bastante lentos para mi agrado por lo que no terminan desatando mucha emoción, sin embargo, en este parque todo tiene una sorpresa.

Nada más entrar en el tubo cerrado descendimos con ligereza para coger una considerable velocidad; después se atraviesan algunos giros combinando las partes al aire libre y cubiertas del tubo; otro desnivel, otro giro contrasentido y finalmente… plof!!! Acabamos con gratísima sorpresa nuestro primer chapuzón en el agua cristalina y cálida (no olvidemos que las piscinas del parque están climatizadas a 24º C). La sensación de ir cogiendo velocidad con bruscos giros y desniveles en un flotador doble es inigualable, dejando muy atrás a otros toboganes comparables de este tipo en el resto de parques acuáticos tradicionales.
4.- VOLCANO


Nada más salir del agua, con la emoción todavía latente tras un tobogán sorpresivo que en principio no parecía ser nada del otro mundo, volvimos a subir por la escalinata (esta vez sin flotador a los hombros). Al llegar a mitad de la escalera giramos a la izquierda hacia las filas conjuntas del Dragón y el Volcano, que comparten escalera de piedra y están separadas por una cuerda. “¿A cuál pasamos primero?” La decisión es lógica: “a la que menos fila tenga”. Así que entramos por la fila del Volcano con ansias de probar una de las atracciones estrella del parque.


Recepción del Volcano

Durante la espera fuimos conscientes de la buena elección del día nublado para acudir al parque. A pesar de que en las filas podían observarse varias sombrillas cada pocos metros, es muy probable que, cualquier día normal, el sol durante las largas esperas resulte bastante molesto (como suele ser habitual en estos parques). Además, la falta de sol no nos impidió disfrutar de la magnífica temperatura ambiente de Tenerife que, combinada con la climatización de las aguas del parque, considero que hacen este resort perfectamente visitable en cualquier época del año. Creo que ese tema del agua climatizada le hace nuevamente separarse de sus competidores, ya que es una gozada caminar de una atracción a otra –todavía mojado-, sin tener que preocuparse del frío ni de bruscos contrastes de temperatura.


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